Delirios de sangre
—Uno…
La niña tropezó con la raíz de un árbol, precipitándose al suelo con un
agudo grito de terror y sorpresa.
Estaba húmedo y caliente, anunciando el sacrificio venidero que allí
iba a efectuarse.
Arrastrándose como pudo, retomó su recorrido, ignorando las pequeñas
manchas de tierra y sangre que ahora se veían en su disfraz de bruja.
—Dos…
Espantada al oír aquella afilada voz, se metió entre unos matorrales
escarpados y tan retorcidos como los cuernos de un carnero. Pero ni siquiera
las siniestras ramas que jugaban a atraparla y arañarla podían protegerla de
los molestos rayos de la luna que, crueles, hacían brillar sobre ella la
maldición de su propia muerte.
—Tres...
Desesperada y con la piel llena heridas, consiguió sacar la cabeza
entre lágrimas de aquella cárcel de ramas. Ahogándose en ansiedad y mareada por
la histeria, perdió el equilibrio, clavando las rodillas en el suelo,
despertando un fuerte crujido al caer.
Casi como en un sueño, dirigió su llorosa mirada hacia abajo, intentando
enfocar lo que apenas veían sus ojos.
Huesos.
Se arrastró fuera de allí entre alaridos de terror, hundiendo sus
delgados dedos en barro para impulsar su cuerpo sobre el oscuro suelo del
bosque. Apoyó la mejilla contra la tierra húmeda, llevando una de sus manos
contra la boca, al mismo tiempo que intentaba acompasar su respiración para no
caer en un ataque de pánico.
Un ruido.
Giró la cabeza con lentitud, mostrando aquella mueca de pánico sobre
sus pálidos labios.
—Te encontré.
Luis Antón
Buen trabajo, gran microrrelato. Sigue reflejando tu esencia.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Eso intento siempre (y mejorar).
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